jueves, 7 de abril de 2011

«O me arriesgo a caerme para salir o me quedo encerrada en casa»

Francisca Farruji siempre se ha considerado una mujer independiente pese a tener una enfermedad desde que era pequeña. La polio le ha acompañado a lo largo de su vida y le ha ido privando de la libertad de moverse de forma autónoma. «Al principio iba con los bastones pero ahora, a mis 58 años, me pesan los brazos y las piernas y utilizo un vehículo adaptado. Siempre me he bastado conmigo misma».

Su situación ha cambiado desde hace seis meses, cuando comenzó la construcción de un bloque de viviendas junto a su domicilio en la calle Medina Sidonia. «Desde octubre vivo en una incertidumbre continua, porque no sé si voy a poder salir a la calle». Ni siquiera en su salón se olvida de las obras. «Tengo vistas de primera a la construcción», cuenta. Esta vecina de la avenida Segunda Aguada explica que antes de que comenzasen las obras, la plaza tenía una pendiente, «por lo que podía desplazarme sin problemas pero ahora no puedo porque sólo tengo tres bloques de escaleras nada más salir del portal». Francisca habló con el Ayuntamiento y la respuesta que obtuvo fue la colocación de un acceso en el lado opuesto de la plaza «pero no siempre tengo la garantía de poder salir porque a veces mueven la valla por cosas de la obra y ya me impiden el paso». En esos momentos, esta gaditana tiene dos opciones, «o me arriesgo a utilizar el acceso y caerme o me quede encerrada en casa». Algo que según señala, «está acabando conmigo».
Francisca afirma que su vida ha sufrido un gran cambio en el último año. «Me apunté a yoga para ejercitar los brazos y las piernas y por las tardes solía darme una vuelta con las amigas para distraerme, pero ya no tengo la garantía de poder hacer ninguna de estas dos cosas».
Hace algunos años que dejó de trabajar por su discapacidad y ahora teme estar todo el día en casa sola, «sin hacer nada». Esta gaditana señala que no solo ella tiene problemas para salir, en su mismo bloque hay otras personas mayores a quienes «les cuesta cada vez más subir y bajar los escalones. De hecho ya se han caído algunos». Francisca indica que tampoco es una cuestión de edad «porque hay madres que van con los carritos que también tienen dificultades».
Desde la asociación de vecinos de Segunda Aguda afirman que Francisca «dispone de toda la ayuda que necesita». «Cuando comenzaron las obras, se instaló una pequeña rampa por la que puede pasar, aunque el camino que tenga que recorrer sea un poco más largo». Además, desde el colectivo señalan que «cuando ha tenido algún problema ha bajado alguna de sus amigas y hemos intentado solucionarlo».
Mientras tanto, Francisca espera a que finalicen las obras de las viviendas y mantiene la esperanza de que vuelva a haber una rampa que le deje volver a salir a la calle.