martes, 26 de abril de 2011

Un destino sombrío





Javier Mattio
Nuevo año, nuevo Roth: con Némesis, el escritor casi octogenario nacido en Nueva Jersey prosigue con su seguidilla anual de nouvelles amargas, ásperas y ensimismadas que entregó más o menos desde Elegía (2006), si bien la flamante obra en cuestión encuentra su correspondencia más cercana, al menos en tiempo y espacio, en la también oscura y divertida Indignación (2008). Al igual que allí, como en otras muestras de la reciente serie ¿otoñal? ¿invernal? del estadounidense, Roth profundiza en un ácido retrato moral (y psicológico) que nace al calor de la inagotable dicotomía individuo-sociedad, propia de las tragedias clásicas.

En este caso, el móvil de la historia (como indica su título) se cimenta en los abismos de la culpa: Bucky Cantor es un joven atleta formidable y todo un ejemplo de bondad y dedicación al deber y la disciplina, que divide sus días entre las clases de gimnasia que brinda en la escuela pública del barrio judío de Weequahic, la vida con la abuela humilde que lo crío de niño y el cortejo a Marcia, una chica de clase social más alta con la que piensa comprometerse pronto.

El desastre se libera cuando una (verídica) epidemia de poliomelitis asola Newark en ese verano de 1944, ensañándose principalmente con la zona donde vive Bucky, matando incluso a algunos de sus alumnos. Y allí es cuando se revela el frágil y atormentado debate interno que padece el protagonista, quien a pesar de su vitalidad y plenitud no puede salvar a los suyos, mientras contempla a la vez con impotencia las lejanas noticias de la Segunda Guerra Mundial, debacle paralela en la que también sucumben sus contemporáneos y a la que Bucky no puede asistir por un problema de vista. Para peor, Marcia lo obliga a reunirse con ella en las montañas Poconos, en una idílica colonia de verano donde al parecer la polio no puede llegar.

Son esos elementos mínimos e indispensables los que Roth manipula para volver otra vez a su universo expresivo y picaresco, que sobrevive un tanto oculto y amortiguado en este relato seco y estremecedor, en el que se exponen no sólo la comunidad enloquecida y paranoica de Newark frente a una peste de tal magnitud (fresco que le mereció exageradas comparaciones con La peste de Camus), sino también el sombrío destino y las nihilistas tribulaciones de Bucky, quien llega a blasfemar contra el Dios de su religión, enfrentándose a su tradición y enseñanza.

Y será ese oscilar existencial en la cornisa el que recorre buena parte de Némesis, con esas tres partes fracturadas que dividen la historia, entre las que se reparten algunas de esas piruetas formales un tanto bruscas pero geniales a las que acostumbra Roth, ya clásicas en joyas primerizas como Mi vida como hombre (1974). Así, la vuelta de tuerca final cierra una de las novelas más sólidas que firmó el escritor en los últimos tiempos, amparado en una misteriosa cruzada de senectud en la que se alternan la nostalgia, el autorretrato y la compasión.

Némesis
Philip Roth
Mondadori 2011
207 páginas
$ 79